Valle de la Pascua - Estado
Guárico
No hay referencia plasmada de quién
fundó Valle de La Pascua ni una fecha específica para tal acto. Por lo tanto se
ha sobre entendido en el pasar de los años que este hermoso terruño no fue
fundado, sino más bien fue el sitio donde familias de forma espontánea
decidieron asentarse, atraídas por la cohesión de la agricultura, la ganadería,
el comercio, la artesanía y la excelente ubicación geográfica, ya que al estar
entre los cantones de Chaguaramas y Tucupido, era ruta obligada en el tráfico
ganadero entre Calabozo y Barcelona. Así la gente se fue asentando a ambos
lados del camino real, en el sitio de Valle de La Pascua o en parcelas del Hato
Santa Juana de La Cruz.
Juan González Padrón, ganadero de origen canario y el mayor terrateniente de la época, es referencia en la historia de Valle de La Pascua. Se formaron caseríos erigidos sobre los terrenos que donó pertenecientes a sus propiedades que constituyeron la "posesión Gonzalera", como rezan los documentos. Es tanta su influencia sobre la historia este pueblo, que en 1783, en una visita pastoral realizada por el obispo Martí a los pueblos del Guárico, al conocer el oratorio privado de González Padrón donde yacía una imagen de Nuestra señora de la Candelaria, por petición de los vecinos, creo la parroquia del vecindario y se encomendó a la protección de la Santísima Virgen María, bajo la devoción de Nuestra señora de la Candelaria, cuya festividad se celebra el 2 de Febrero, fecha icónica de nuestro pueblo.
Después de librarse batallas en Valle de La Pascua, se cambio su nombre a Villa de La Paz, cuando se entrevistaron en el lugar de la actual Alcaldía, los Generales, José Antonio Páez, Presidente de la República, y José Tadeo Monagas, jefe de los revolucionarios de Oriente. Se firmó la paz entre los caudillos y se acordó honrar el tratado cambiándole el nombre al pueblecito, por Villa de la Paz, nombre oficial que no prosperó. Es posible que la imagen de Nuestra señora de la Paz que vigila la fachada actual del templo, tenga que ver con el referido tratado de los héroes.
Es la capital del Municipio Leonardo Infante, (*1) nombre dado en honor al Coronel Leonardo Infante Álvarez, que a pesar de no ser guariqueño (nació en la aldea Chaguaramal, al Noroeste de Maturín, el 28 de Junio de 1798, como lo señala él mismo en carta enviada al Comandante Militar de Bogotá el 29/11/ 1823) lucho en los llanos bajo el mando de los generales Páez y Monagas.
(*2) Pero Valle de La Pascua no es la misma de las épocas de sus inicios, ha dejado atrás sus calles empedradas o de tierra, inundadas de "pelo de indio", de "paja conejera" y otras gramineas, que aún entre las piedras buscaban el aire y el sol. Y ha evolucionado al punto de hacer transición de pueblo a ciudad. Todavía mucha gente recuerda fervientemente las leyendas y cuentos de camino, tradiciones y costumbres, que con el llamado progreso se han ido perdiendo.
"Las añejas calles de los "pocitos" y boñiga mojada en invierno, y asoleadas y polvorientas en verano, cambiaron su figura y hasta la denominación, y las esquinas, bautizadas por el propio pueblo, también borraron sus nombres de la nomenclatura. Ya nada es igual. El pueblo, trazado desde sus primeros tiempos, en cuadrículas rectangulares, con las calles orientadas en sentido Norte-Sur y Este-Oeste, dejó atrás su plácida vida, y por allí, por donde antaño transitaba reses, bestias y burros, ahora corren raudos vehículos de diversas marcas, modelos y años.
Los recuerdos afloran con nostalgia y refrescan la memoria de los nombres, que se hicieron familiares, de las calles y esquinas, que, cual humo de leña verde, emprendieron un viaje silencioso con el agravante que fue sin regreso". Dice el Dr. Luis Pérez Guevara en su libro El Ayer de la Princesa en el capitulo Los caminitos de antier.
Juan González Padrón, ganadero de origen canario y el mayor terrateniente de la época, es referencia en la historia de Valle de La Pascua. Se formaron caseríos erigidos sobre los terrenos que donó pertenecientes a sus propiedades que constituyeron la "posesión Gonzalera", como rezan los documentos. Es tanta su influencia sobre la historia este pueblo, que en 1783, en una visita pastoral realizada por el obispo Martí a los pueblos del Guárico, al conocer el oratorio privado de González Padrón donde yacía una imagen de Nuestra señora de la Candelaria, por petición de los vecinos, creo la parroquia del vecindario y se encomendó a la protección de la Santísima Virgen María, bajo la devoción de Nuestra señora de la Candelaria, cuya festividad se celebra el 2 de Febrero, fecha icónica de nuestro pueblo.
Después de librarse batallas en Valle de La Pascua, se cambio su nombre a Villa de La Paz, cuando se entrevistaron en el lugar de la actual Alcaldía, los Generales, José Antonio Páez, Presidente de la República, y José Tadeo Monagas, jefe de los revolucionarios de Oriente. Se firmó la paz entre los caudillos y se acordó honrar el tratado cambiándole el nombre al pueblecito, por Villa de la Paz, nombre oficial que no prosperó. Es posible que la imagen de Nuestra señora de la Paz que vigila la fachada actual del templo, tenga que ver con el referido tratado de los héroes.
Es la capital del Municipio Leonardo Infante, (*1) nombre dado en honor al Coronel Leonardo Infante Álvarez, que a pesar de no ser guariqueño (nació en la aldea Chaguaramal, al Noroeste de Maturín, el 28 de Junio de 1798, como lo señala él mismo en carta enviada al Comandante Militar de Bogotá el 29/11/ 1823) lucho en los llanos bajo el mando de los generales Páez y Monagas.
(*2) Pero Valle de La Pascua no es la misma de las épocas de sus inicios, ha dejado atrás sus calles empedradas o de tierra, inundadas de "pelo de indio", de "paja conejera" y otras gramineas, que aún entre las piedras buscaban el aire y el sol. Y ha evolucionado al punto de hacer transición de pueblo a ciudad. Todavía mucha gente recuerda fervientemente las leyendas y cuentos de camino, tradiciones y costumbres, que con el llamado progreso se han ido perdiendo.
"Las añejas calles de los "pocitos" y boñiga mojada en invierno, y asoleadas y polvorientas en verano, cambiaron su figura y hasta la denominación, y las esquinas, bautizadas por el propio pueblo, también borraron sus nombres de la nomenclatura. Ya nada es igual. El pueblo, trazado desde sus primeros tiempos, en cuadrículas rectangulares, con las calles orientadas en sentido Norte-Sur y Este-Oeste, dejó atrás su plácida vida, y por allí, por donde antaño transitaba reses, bestias y burros, ahora corren raudos vehículos de diversas marcas, modelos y años.
Los recuerdos afloran con nostalgia y refrescan la memoria de los nombres, que se hicieron familiares, de las calles y esquinas, que, cual humo de leña verde, emprendieron un viaje silencioso con el agravante que fue sin regreso". Dice el Dr. Luis Pérez Guevara en su libro El Ayer de la Princesa en el capitulo Los caminitos de antier.
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